miércoles, 12 de septiembre de 2007

Filosóficamente inapropiado II


De homine pateticus


A veces, a pesar de la estimulante costumbre de visitar las vastas regiones de la filosofía, me siento realmente ridículo, patético y estúpido. Hoy por ejemplo, cuando después de casi tres meses de amoríos idílicos, de caricias, sexo y palabras bellas el remedo de mujer me mira con cara asustada para decirme que estuvo con otro. Splash cabrón, el suelo siempre te recibe cuando menos lo esperas. Y no es posible evitar el rubor; un poco de rabia es cierto, pero también vergüenza conmigo mismo, pena con mi ser interior, si es que me queda algo de eso, por haber sido, otra vez, un pedazo de güevón. Si se siente rabia porque pensar que durante un fin de semana, gracias a la intervención de otros labios, aquello de lo que no se esperaba mucho termina por fin en algo de lo que no se espera nada, resulta apenas lógico y sin embargo duele. ¿la efemeridad de la vida?, me pregunté, ¿la idiotez de la mentira? o simplemente la dura mirada de la verdad. Quién sabrá de esa mierda. Yo por lo pronto me siento un ridículo con amores ridículos, un patético que se conforma con amores patéticos para no morir de soledad o simplemente para no recurrir a la solitaria y reconfortante terapia de la masturbación. Ah pequeña mujer de grandes ojos, si supieras lo duro que es sentirse estúpido quizás entenderías porque hoy te mire con ojos de ira, de ironía, de desazón. Lástima. En verdad disfrutaba tu cuerpo.

A veces uno se siente cáustico. Hoy por ejemplo, a pesar del dolor de saber que ya no la volvería a ver, no pude evitar hacerle un par de chistes negros sobre toda la basura que me dijo, la cual ni siquiera era necesaria para tenerme contento esos días…con su sexo hubiese bastado. Si tan solo hubiera callado para entregarme su sexo sin promesas ni siquiera le hubiese reprochado nada.

Muchas veces uno se afirma mágico. Sobretodo cuando las piernas cesan de temblar y reposan de nuevo en tierra firme, y se descubre que el vértigo es sólo una creación de la mente pues ¿si de todos modos habremos de caer, para qué carajo aferrarse al viento?

A veces el amor es filosóficamente inapropiado... porque ni los mejores argumentos logran deshacer los artilugios de sus ojos.

Hasta la vista baby.

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