miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿Enfermos de qué?

Es cierto. Somos una generación de enfermos. Pero lo que nos enferma no son las drogas. La droga sólo nos da un empujón placentero hacia la demencia en la que nos metieron los señores de la guerra y los pacificadores. Nuestra enfermedad viene de las conquistas a sangre y fuego, de los saqueos y los exterminios, de los fraudes y los desplazamientos. Nuestra enfermedad viene de nuestra enfermiza historia.

Estamos enfermos de vivir en un país que lleva más de cincuenta años en guerra; enfermos de la guerrilla, de los paras, de los militares infames y de los policías corruptos. Nos dan nauseas los jefes autoritarios y los explotadores. Los ladrones de tierras, los masacradores y los secuestradores nos hacen vomitar. Nos desesperamos con los funcionarios corruptos y los ineficientes nos hacen perder los dientes y las tripas. La necesidad, los problemas económicos y la falta de oportunidades nos enferman de ansiedad y resentimiento; a muchos los vuelve asesinos, ladrones, prostitutas y a otros tantos los lleva a la indigencia.

Las noticias nos enferman de tristeza, de malestar y los medios que las transmiten se aprovechan para enfermarnos de pánico y desesperación. Deliramos de rabia con la miseria de muchos y la extrema riqueza de muy pocos. A algunos de nuestros compatriotas los enferma la ambición y el poder; los vuelve paranoicos, magalomaniacos, prepotentes y vulgares.

Los políticos nos enferman con sus trampas y sus mentiras. Con sus tratos bajo el mantel, con sus traiciones. Estamos enfermos de incredulidad, de miedo, de desesperanza.

Para acabar con la enfermedad prohibir el porte y consumo de drogas es una medida inútil, un canto a la bandera que pretende el aplauso de la godarria. Las drogas son solamente mecanismos paliativos que usan los consumidores para evadir una realidad enfermiza por sí misma, para imaginar, para experimentar placer en una sociedad que da asco.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Filosóficamente inaceptable

Violación de correspondencia


Diego
Tonces que bizcocho... como te va
por la BA??
20:36Luna
jajaja hola querido
bien super de hecho es una chimba la ciudad muy bacana, mucho extranjero
pero pocos papasitos jajaja
20:36Diego
Entonces te hacemos falta??
20:37Luna
la verdad jajajaja
si, un poco pero lo logro superar
jajaja
y yo a ustedes??
20:39Diego
claro que hacés falta...hace falta tu saludo extraenergético
jajaja
20:40Luna
ayyyyu mi dieguis, van a ver que cuando vuelva los voy a reanimar
20:41Diego
ah... no... llorando no estamos... de hecho la hemos pasado super sin ti...jajjajaja.... mentiras...
20:41Luna
jajajajaj lo dudo
el tesorito de HeH hace falta
20:42Diego
claro que si
20:42Luna
si me han contado que vieron a Ana Marie, intentando lanzarse de uno de los balcones pero la detuvieron
me llamó acá a Argentina llorando la pobre
20:44Diego
si... a la que ví muy mal fue a Vicky.. estaba comiéndose las uñas en el baño, sentada en el piso y con un bisturí intentando cortarse las venas..
todos andamos mal por estos dias sin ti
20:44Luna
jajajaj si también me contaron de eso
pobres, hasta me toco hablar con Pluma Blanca.
el pobre apenas se enteró de que yo había viajado dijo que se montaba en el primer vuelo solo para verme de lejos, para que no me asustara y pensara que el estaba obsesionado conmingo
20:46Diego
Cuando hablaste con él? yo me lo encontré una noche por las Américas bebiendo y con tres travestis abrazados llorando y cantando "luna… dime tu si ella me quiere, como yo la quiero a ella, como tan solo se quiere una sola vez..."
20:47Luna
jajajajajajaj
uyyyy las fotos que me llegaron seguramente eran de eso
20:47Diego
Uy…. Lo aventaron los travestis…
Pues a mi me tocó darle pal taxí porque se le acabó lo del mes y en HeH no pagan sino hasta el próximo lunes. Ese man como que anda en la mala.Hay que hacer vaca pa comprarle una mochila bonita.

viernes, 30 de octubre de 2009

Sin Pasabordo....

Apague su celular

Que mierda. Sabía que no se me podía olvidar. Ya una vez me había pasado pero no fue grave. Sucedió justo antes de despegar y aunque no faltaron una que otra mirada de reproche el asunto no trascendió. Pero esta vez llegó demasiado lejos. Eran las ocho de la noche y afuera llovía a borbotones. De vez en cuando un relámpago iluminaba las la las alas dejando ver como el agua golpeaba el fuselaje insistentemente. La mayoría de los cobertizos de las ventanas estaban cerradas y sólo la mía permanecía abierta. Quería ver la tormenta para satisfacer mi habitual morbo.

Hasta ese momento ninguna turbulencia había sacudido el avión lo suficientemente fuerte como para arrancarle un suspiro a los pasajeros. Sin embargo al volver mi mirada sobre mi compañera de viaje, una posicionadora de marca que debía diseñar una estrategia para vender sudaderas en la costa caribe, pude ver que luchaba desesperadamente por mantenerse recta en las sillas violando la ergonomía fetal del asiento. Su mirada permanecía fijada en el techo de la nave y sus manos casi arrancaban los descansabrazos de su silla.

-¡No te preocupes!- le dije como para tranquilizarla un poco –He estado en peores turbulencias y no ha pasado nada- La posicionadora de marca sonrió timidamente pero el temor no la abandonó del todo. Finalmente después de cinco infinitos minutos empezó a tranquilizarse, pues aunque la tormenta continuaba el Capitán había tenido el tino de hablarles a los pasajeros para informarles que todo estaba bajo control y que podríamos atravesar la tormenta sin problemas. El suspiro fue generalizado y pude ver el rostro complacido de la posicionadora de marca. Nos miramos con complicidad y justo cuando iba a hablarle, a decirle que menos mal había pasado la tormenta, que yo también estaba un poco asustado, que se veía más linda cuando sonreía que cuando estaba horrorizada y en fin, cuanta zarta de lugares comunes se me hubieran ocurrido, justo en ese momento sonó mi celular. Jueputa.

En ese momento la luz del avión se apagó por un segundo y experimentamos una turbulencia de esas en las que uno no puede gritar porque la sumergida lo deja sin aire. Se vieron rayos y centellas en el exterior de la nave y un trueno retumbó como si un cañón hubiera sido disparado desde el baño del avión. Los segundos en los que todo pasó transcurrieron como horas y cuando por fin la luz de los pasillos retornó y el avión recuperó su estabilidad lo primero que vi fue la cara de la posicionadora de marca, no aterrorizada, sino enfurecida e histérica que se abalanzaba sobre mi para descargar su angustia sobre mi ojo izquierdo.
–Estúpido- me gritaba mientras se ensañaba ahora con mis brazos y mi pecho.

El ataque de la posicionadora de marca fue veloz y contundente. Y cuando me reincorporé al tiempo que escuchaba una protesta del ochenta por ciento de los pasajeros, miré hacia los puestos vecinos en los que una pareja de una colombiana made in Corozal y un Europeo marca British, me miraban indignados y deseosos de seguir el ejemplo de la posicionadora de marca. Aún faltaban tres horas de vuelo y el resto del viaje fue la prolongación de la vergüenza más atróz que he tenido en mi vida. Ir al baño se convirtió en la pasarela perfecta para que cada quien me apuñalara silenciosamente con miradas de reproche y de rabia. El café fue la oportunidad perfecta para que la azafata me recordara que debía mantener mi celular apagado y el cinturón abrochado hasta que la luz sobre mi cabeza lo indicara.
Que mierda. Sabía que no se me podía olvidar.

jueves, 29 de octubre de 2009

Filosoficamente exagerado

Excomúlgame….


He decidido retirarme del rebaño de la iglesia católica. Hay varias vías para ello. La Apostasía, el cisma y la excomunión. Elijo la excomunión porque mi intención no es solamente dejar de pertenecer a una institución hipócrita como la Iglesia si no atentar simbólicamente contra ella. Mi pelea no es contra Dios, con él, pese a que a veces dudo de que exista, prefiero tener una buena relación. Quiero ser expulsado porque quiero que alguien en la iglesia se incomode con mi acto, no solo quiero ponerle trabajo a sus burócratas. También quiero ofender a sus jerarcas Ellos nos ofenden todo el tiempo con su silencio cómplice de la injusticia, del terror y de la infamía mientras condenan y señalan a quienes reclaman sus derechos civiles.

Para mi una iglesia que no condene las infamias que ella misma ha realizado en nombre de Dios es una iglesia traidora a los valores de lo que consideramos como Dios. Una iglesía que ha patrocinado y que se ha convertido en un imperio por medio de la muerte, una iglesia que se ha enriquecido hasta lo absurdo, una iglesia repleta de prejucios contra quienes piensan diferente.

Si Dios existe debe sentir vergüenza de sus representantes en la tierra. Ellos, desde el papá hasta los obispos y muchos de los sacerdotes son para mi una ralea de avaros, ladrones, mentirosos y pederastas que se esconden detrás de sus sotanas para enriquecerse y mantener un Estado independiente que controla el mundo con el miedo al infierno, que chantajea y que predica una moral inútil, mojigata y mentirosa.

Aquí inicia mi camino para abandonar el rebaño...

martes, 27 de octubre de 2009

A propósito del corto... Un RAP

IRAp

Es la ira que se anida en la mirada escondida
Que se incuba en cada herida En la vida sin salida
Es el alma del suicida que se entrega a su caída
Del que engulle la pastilla y dispara sin sevicia

No es maldición, ni desazón
(la tristeza no es alteza de la carne de cañón)
Es la expresión del corazón
que ha sido herido de callejón

Se agazapa entre las sombras, ya no quiere descansar
Se empodera en su ralea no le basta sollozar
Empecina en la tarea y se abre a despertar
Toma el aire que bombea la rabia, la dignidad.

Su verbo no un reverso
Del coraje, no es silencio
Su palabra es un asedio
Su cuerpo es un todo un imperio
Sus ojos destilan fuego y su mano aprieta el cuello
(Si te ahogas no te asustes)
Es natural de tu miedo

La verdad no endulza sueños
La verdad tiene sus dueños

Se levanta con ardor, le pone cara al terror
Le recuerda al que dormita que de este lado hay calor
Conoce de su poder nunca lo quiere perder
Y la va la vida entera en dia a dia renacer

La vida lo habrá tumbao, siempre lo verás parao
La mano firme en la pluma
El ojo agudo y sollao
El pie ligero y sútil
La mano fuerte y gentil
Y con sus letras da vida, da esperanza al combatir

El rap nace del dolor, de la desesperación
y del poco de locura que se entrega al perdedor.

De la oscuridad de pieles negras cicatrizadas. De la infamia y la belleza haciendo el amor. De las voces que en alaridos rompen la espesura de la noche y que lloran a sus muertos con sus cantos.

El rap es la voz rabiosa de una juventud con ganas de pelear porque ha sido golpeada, marginada y excluida. Es el lenguaje que permite la catarsis que puede llegar a ser terremoto; revolución. Es la ráfaga de emociones tras la violencia; es la no violencia de la atrocidad y la infamia. Es la voz de quienes no están dispuestos a callarse pese a que saben que su verdad es incómoda; es la voz, el grito, la protesta, la declaración de guerra detrás de las caras de la pobreza y la desgracia. La voz detrás de la cara de hambre, de la cara de culpa que se cuela entre los ojos. El rap es la conciencia, la negra conciencia de una sociedad que intenta ocultar su condición de homicida. Es un llamado de atención claro, sin eufemismos, descarnado y grotesco. El rap no es una exageración de los dolores del mundo para ser objeto de compasión. El rap es la desnudéz de quienes padecen el mundo que hemos inventado; es la amenaza de muerte, la confesión de la tendencia suicida. El rap es la esperanza de dignidad. Es la inhumanidad en verso, es la realidad ediendo en rimas, zupurando inmundicia de la manera más bella posible.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Politicamente vertiginoso

¿Cómo votarían los “pelaos”?


Aún hay dudas sobre si los mayores de catorce años podrán votar en las próximas consultas partidistas. La posibilidad, y el hecho que los tarjetones ya estén impresos teniéndola en cuenta, representa una oportunidad para conocer lo que los “pelaos” quieren para el futuro del país.

Un posible escenario es encontrar una juventud derechizada, guerrerista, y desesperanzada frente a una posible salida negociada del conflicto armado. Jóvenes que sueñan con un país en paz pero que aprendieron que los problemas se resuelven a golpes de mano dura. Otro escenario es una juventud abstemia; deprimida por los dramas personales y las tragedias nacionales. Desinteresada por quién gobierne pues al fin de cuentas siempre quedan los mismos porque a los que son diferentes los excluyen y los matan. Podríamos encontrar también una muestra fresca de la herencia clientelista y politiquera que nos han dejado los padres, tíos y abuelos de la patria. Clubes de fans de neopolítiqueros, nutridos criaderos de lagartijitas que persiguen puestos palanqueados a cambio de cargarle los ladrillos al doctor para que los tenga en cuenta.

Otro escenario es uno donde los jóvenes se toman las urnas y aprovechan el papayazo para decirle a nuestros políticos que son una vergüenza para la familia. Decirles que no queremos heredar un país ensangrentado y malicioso. Decirles con su propio lenguaje, el lenguaje de las urnas, que preferimos no seguir eligiendo una generación que ha manejado el país a punta de trampas y de corrupción, a punta de las drogas que dicen combatir y de la guerra que dicen que algún día van a ganar.

La duda de muchos de si es pertinente o no que los chinos voten, radica en que piensan que nuestros niños y niñas son inteligentes sólo en potencia; que son estúpidos en proceso de adquisición de inteligencia. Otros los creen incapaces de tener un juicio apropiado sobre lo que es mejor para todos. Otros dirán que son fácilmente influenciables por sus padres, sus maestros o lo que ven en la tele.

Sin embargo, la participación de los pelaos en la consulta interna de los partidos puede darle una sorpresa a los actuales candidatos. Sería interesante que los mayores de 14 años incluso pudieran participar en el referendo reeleccionista de los uribistas. Existe la esperanza de que ellos, que también han manifestado su voz a favor de la paz y en contra de la guerra, no quieran seguir viviendo en un país de maltratadores, de desplazados, de pobreza absoluta, de presidentes altaneros y papás gritones, de guerra y de gobernantes corruptos. Nosotros parece que nos acostumbramos al maltrato y a la violencia. ¡Que voten los pelaos!…

domingo, 9 de agosto de 2009

Politicamente crudo

Diatriba contra los políticos

En Colombia resulta necesario que los ciudadanos le demos una lección a caciques, clientelistas, mentirosos, ladrones, corruptos, y a toda esa fauna infame que se pasea encorbatada por los salones en donde se decide sobre el futuro del país.

Ellos son los grandes delincuentes de Colombia. Los “Padres de la Patria” no son ningún buen ejemplo para sus hijitos. Al contrario son la vergüenza de la familia. Ellos se lucran con el narcotráfico y con la guerra que tanto dicen combatir. Roban y despilfarran el dinero del Estado. Han gobernado este país durante decadas y cada vez entregan más pobres, más muertos por la guerra, más gente arrastrada a robar para vivir, más familias condenadas a la esclavitud. Ante esto es inevitable pensar que son padres estúpidos, incapaces y pusilánimes o que son unos criminales de alta categoría.

Ahora empiezan de nuevo a desfilar para pedir votos. Ya andan recorriendo el país prometiendo tiempos de cambio cuando lo único que podemos esperar de ellos es que suban al poder a beneficiar a sus propias mafias. En Colombia todos los políticos son mafiosos. Ni uno de ellos se salva. Todos quieren subir al poder para beneficiar a sus grupusculos de empresarios, narcos, o ejercitos privados. A ninguno le importan los temas de fondo, a nadie le interesa velar por el interés general y hacer que El Estado garantice los derechos a todos sus ciudadanos. Todos los políticos de este país son sanguijuelas que esperan la oportunidad para aferrarse a una vena que los engorde, que les permita tener una vida privada segura, amable, cómoda.

Algunos, los aristocratas de antaño, los delfines, los herederos de los saqueos con que arrastraron a millones a las ciudades para explotarlos en empresas y empobrecerles el espíritu haciendoles creer que eran libres; libres de morirse de hambre y de crecer en la ignoracia y la indignidad. Esos son los viejos ricos que quieren seguirse enriqueciendo aun más con la miseria de la mayoria de los colombianos. Este tipo de políticos son como los gusanos que se han ido engordando y procreando dentro de la fruta fresca mientras la van pudriendo. Ellos son los que aparecen en los textos de historia de Colombia firmando tratados, emprestitos, convenios y disputándose el poder a sangre y fuego sin siquiera arrugarse el traje.

También están los nuevos ricos de la Política. Los traquetines de pueblo, los hijos inteligentes de pelmazos adinerados que con ideologías prestadas, con ideitas sacadas de cualesquier universiteca gringa o de sus profundos debates en medio de Old Par, perico y putas. Son los que manosean las regiones y se van a Bogotá a vender sus burocracias. Los nuevos ricos de la política son trepadores profesionales, son serpientes que se arrastran hasta el momento en que logran sacar su cabeza de la maleza y pueden dar su mejor mordida.

Por fuera de este escenario en donde se reparte la plata, los puestos y los beneficios inmerecidos de la Nación estamos nosotros los colombianos de a pie que seguimos reeligiendolos sin antes pensar que son precisamente ellos quienes han arrastrado a muchos colombianos a la miseria y a la desesperación. En las elecciones que se avecinan deberiamos decirles a todos NO. El voto en blanco debería ser nuestro mejor candidato y la acción ciudadana no violencia y propositiva debería reemplazar la farsa de unas elecciones en la que lo único que podemos elegir es a quien nos va a robar menos.

domingo, 5 de julio de 2009

¿Qué es estar desempleado?

Muchos de los que se preguntan por qué en Colombia hay gente dispuesta a hacer parte del negocio del narcotráfico o del negocio de la guerra nunca han estado desempleados. Nunca han sentido el vértigo que produce la fecha de corte de los servicios públicos, del arriendo ni se han angustiado ante los últimos rastros del mercado en la alacena.

Muchos de ellos nunca han tenido que preocuparse por la sobrevivencia propia o la de sus familias. Muchos de los que nos gobiernan y toman las decisiones en nuestro país han podido ir tranquilamente a las mejores universidades del mundo y han salido de estas directamente a ganarse sueldos de más de cuatro millones de pesos.

Ellos están a una llamada de conseguir trabajo, a una comida de ascender profesionalmente, a unos wiskeys de ser ministros. Nunca habrán tenido que buscar en el periódico un aviso clasificado ni llevar una hoja de vida a una empresa desconocida que termina ofreciéndole ingresar a una pirámide de vendedores compulsivos.

A muchos de los políticos y politiqueros de Colombia por lo único que les preocupan las crisis económicas o el desempleo es porque prometer empleo es un excelente negocio electoral en un país de personas desesperadas por trabajar y devengar un salario digno para tener una vida digna. A los gobernantes les preocupa porque cifras de desempleo tan escandalosas como las de Pereira o como el consolidado nacional del 13,8% les hacen perder popularidad en las encuestas y por tanto, ponen a tambalear las ansias de permanecer en el poder.

Si nuestro presidente entendiera la gravedad de no garantizar el trabajo digno a los ciudadanos y dejarlos a merced de quienes se enriquecen con la droga y con la guerra renunciaría de inmediato. Si un gobernante no puede garantizar las condiciones para que los ciudadanos respeten la vida humana y la ley pierde la autoridad moral para castigar los delitos que no pudo prever por ignorancia o por negligencia. Más aún cuando se trata de un presidente que ha modificado la ley para gobernar durante dos periodos en nombre de la “seguridad democrática”, la “confianza inversionista” y “la cohesión social”.

Al presidente y a algunos ministritos les preocupa que los ciudadanos consuman drogas, que ingresen a negocios ilegales, que se integren a grupos armados y no les preocupa lo suficiente la causa de que muchas personas tomen estos caminos. No les preocupa que mientras se gastan millones de dólares en la guerra los jóvenes que no quieren hacer parte de ella estén en sus barrios sin oportunidades laborales, sin oportunidades de formación y sin opciones para ocupar su tiempo de desempleo. No les preocupa que nuestros jóvenes se estén sintiendo frustrados, acosados por las deudas y las necesidades básicas, y deprimidos ante la imposibilidad de soñar con ser artistas, académicos, científicos o empresarios.

Muchos de los jóvenes que ingresan a la economía ilegal la hacen como medidas desesperadas, como último recurso ante la falta de opciones dentro de la legalidad. Los que se preguntan por qué en Colombia ha germinado la tal “cultura de la ilegalidad y la violencia” deberían reconocer que muchas veces es menos malo traficar con drogas que dejar que su familia, que sus hijos o que ellos mismos aguanten hambre y tratos discriminatorios

El empleo digno, la posibilidad de sentirse productivo, y de proveerse los medios para la sobrevivencia y el disfrute personal es la mejor manera de garantizar condiciones para que los ciudadanos quieran y se decidan por la legalidad y la no violencia, que resistan la tentación del dinero rápido como pago para declinar a sus principios y valores.

lunes, 8 de junio de 2009

¿Quiénes son los ajedrecistas?

¿Cómo establecer con certeza la diferencia entre victimas y victimarios cuando no hemos podido identificar a los ajedrecistas? ¿Quiénes son? ¿Cuáles son los intereses específicos que persiguen cuando mueven a sus peones para que desangren y se desangren por las migajas de sus ganancias?

Los ajedrecistas tienen una estrategia. Un plan preconcebido que van calculando y modificando en la medida que el juego se desarrolla. Establecen alianzas, pactos secretos para refundar naciones y ganar juegos. Pueden prever las reacciones de sus contrincantes para construir planes alternativos que les permitan tener el control. Los ajedrecistas son jugadores de alto nivel. No se preocupan por perder fichas y cuando se sienten debilitados atacan con mayor vehemencia. Los ajedrecistas mueven las fichas a su antojo porque es su juego y los peones, los alfiles, los caballos e incluso las reinas son fichas que se pueden sacrificar para proteger a su rey, que no es más que el administrador de su victoria.

Los ajedrecistas nunca podrán, y tampoco quieren, ser reyes. Su papel no es comandar el ejército y ensalzarse con la victoria ante sus hombres. Los ajedrecistas se regocijan con la batalla, con la intensidad del combate y con los grandes botines que quedan a su alcance. Son jugadores y saben que pueden ganar o perder y eso alimenta sus ansias de victoria, vuelve sofisticadas sus estratagemas. Se ensombrecen con la derrota pero nunca les cuesta el pellejo. Pueden reunir nuevos ejércitos para mandarlos a otras batallas. Los ajedrecistas son los autores materiales de los crímenes, de los vejámenes, del despojo, del sometimiento. Los ajedrecistas tienen reyes que están dispuestos a gobernar en virtud de lo que se les ofrece como recompensa.

Los ajedrecistas son hombres que nunca empuñarían un arma para participar en un campo de batalla. La barbaridad, la atrocidad, la inhumanidad les repugna porque saben que envilecen el alma y lucen mal. Su parte en el juego es mover las fichas para que otros se debatan ensangrentados por la propia vida. Los peones van a la batalla porque alguien tiene que hacer el trabajo sucio; dar la muerte, apestar a sangre, encender la cólera ante un enemigo que nunca podrán alcanzar porque sus victimas solo son otros peones.

Los ajedrecistas ganan las partidas, los reyes pasan a la historia, los alfiles conquistan riquezas de sus saqueos. Ellos son los victimarios y son pocos.

Los peones piensan que los otros peones son sus victimarios porque los han mirado a los ojos antes de la tortura, antes del ataque feroz. Mueren en las batallas de los ajedrecistas y dejan a sus hijos como herencia la rabia y el hambre suficiente para que quiten vidas y entreguen las suyas en batalla con otros hijos de peones a nombre de alfiles, reyes y ajedrecistas. ¿Quiénes son los ajedrecistas?