miércoles, 15 de agosto de 2007

La era del fin I


Llegó a mi Facebook una invitación para linkearme en un grupo de gente que se pregunta si va a temblar en Bogotá. Me uno con gusto a este grupo con temores cataclismicos e intuiciones tectónicas. Quisiera aportar una breve analogía con respecto a lo de la temblada. Bogotá hace mucho tiempo está, como algunas quinceañeras, aguantándose las ganas y reprimiendo su vitalidad para no defraudar la familia. Hace mucho tiempo no tiembla y eso, según un amigo que sabe de todo, es una señal preocupante porque puede estar acumulandose mucha tensión entre las placas tectónicas que sostienen este altiplano y cuando esta tensión se libere puede producir una muy fuerte explosión de energía. Un temblos de padre y señor. El asunto sería como lo que le pasa a un resorte, o mejor, como lo que viven algunas niñas de diecisiete años a quienes sus padres cuidan, vigilan y castigan con esmero durante todo el bachillerato pero que una vez va a su excursión de grado once desfoga toda su furia y desenfreno, bebe como una degenerada y cabalga sobre el cuerpo de un negro de 2 metros sin más protección que su piel virginal. La niña se vuelve un tres, pues tanta energía reprimida no puede generar sino una hecatombre, un desmadre. Así que si andan asustados pues ténganse fino como dicen en mi tierrita porque si tiembla va a ser con todos los juguetes. Recen, encomiéndense a Buda, a Shiva, Alá o incluso unánse a una cadena de oración fuerte porque no hay de otra. Quizás sí... Depronto al presidente se le ocurre proponer un articulito en las leyes de la naturaleza para que no tiemble durante su gobierno. Grave, porque ¿con qué plata sigue financiando su fracasada seguridad democrática? Ojalá no tiemble...

Diego Duque

1 comentario:

Laura Gómez dijo...

Me encanta esta foto del temblor y también la de la cacerola. ¡Está muy bonito tu blog!