¿Consumir es delinquir?
En abril de 2007 el Ministerio de
Resulta paradójico que mientras en los hogares se les preparan calditos de pollo a quienes pasan su guayabo y en las parrandas navideñas padres y tíos repartan alcohol como si se tratara de pasabocas, a los consumidores de sustancias psicoactivas ilegales como la marihuana se les relega a espacios no controlados y se les señala como una vergüenza para la familia y la comunidad.
Es común que los consumidores sean señalados permanentemente como peligrosos, como gente oscura y mala que constituyen la versión contemporánea del coco. Incluso se les identifica con psicópatas en potencia que como dicen las mamás pueden hacer lo que sea en medio de una traba. Por eso se van para “lo oscuro” Porque muchos se sienten mirados con desprecio; se sienten culpables de delitos que quizás aún no han cometido.
Las familias no aprenden del Estado ni de los medios de comunicación medidas educativas y protectoras para reducir los riesgos a los que sus jóvenes están expuestos. Al contrario aprenden como vigilar y castigar a sus hijos haciendo gala su ‘rectitud moral’ No gratuitamente se oyen en muchos hogares frases como “si va a consumir drogas/tener relaciones sexuales/ hágalo en otra parte pero mi casa me la respeta”
Por otro lado, las ‘campañas’ en los medios no ayudan mucho. En la mayoría al consumidor se le atemoriza diciéndole que lo va a perder todo, que su nariz está manchada de sangre, que la ley lo va a perseguir porque fuma marihuana; que la marihuana es mala por ilegal mientras que el cigarrillo no mucho porque es legal.
En la misma dirección parece estar la propuesta del gobierno nacional de penalizar la dosis personal. Su aprobación sería seguir “mandando a lo oscuro” a los consumidores, invisibilizando los riesgos a los que se enfrentan y pensando más en la política internacional que en la salud pública.
La alternativa, como piensan muchos, no es que la familia y la sociedad asuman una posición permisiva frente al consumo o frente al tráfico, ni que se legalicen sustancias sin que haya una educación previa que permita asumir los cambios jurídicos de una manera cultural y socialmente responsable. Evidencia de ello son los problemas de salud pública que enfrentamos por causa del tabaco y el alcohol, sustancias legalizadas no hace mucho tiempo para poder vender Marlboro y Whisky.
Una mirada mucho más equilibrada y democrática es la expuesta en el texto de
Una cita:
“…una mirada integral al tema no admite posturas parcializadas o ideológicas, ya que con ellas se corre el riesgo de convertir al sujeto consumidor y su consumo en objeto de persecución social y legal, haciendo del problema algo más política que social o sanitario” (PNRC. Resumen Ejecutivo: pg 15)
1 comentario:
Columna publicada el jueves 11 de septiembre de 2008 en El Espectador
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