miércoles, 3 de septiembre de 2008

Pereiranadas...

Pereira es más que un gran centro comercial

Parece difícil entender las dinámicas que han llevado a la especialización de la economía y de la vida del eje cafetero. El Quindío parece estar concebido como un gran eco hotel y en consecuencia sus gentes se preparan para asumir el reto de ser huéspedes ideales para turistas de otras regiones del país y del extranjero que ven en el eje cafetero una opción ideal para el descanso y el turismo agroecológico. En Caldas, y especialmente en su capital Manizales, persiste la tradición de ciudad universitaria y cultural, y sus habitantes disfrutan de múltiples eventos y actividades que hacen de la capital caldense un importante foco de producción y difusión del arte y la cultura tanto nacional como internacional. Por su parte Pereira, al parecer, se nos está convirtiendo en un gigantesco centro comercial con todas las ventajas y desventajas que ello puede tener para la cultura de la ciudad y por supuesto para su economía. Para quienes somos pereiranos de corazón pero que decidimos salir de nuestro terruño para buscar otras alternativas para educarnos y trabajar, resulta grato llegar a Pereira cada dos años y encontrar que, en apariencia por lo menos, la ciudad ha avanzado. A nivel de infraestructura podría decirse que Pereira es una pequeña urbe con intrincados puentes, avenidas, y hasta un sistema de transporte masivo que a ciudades como Bogotá les costó no solamente grandes recursos económicos, sino también profundos debates con respecto a la proyección y a las soluciones viables para un problema tan sentido en la capital como el transporte. Si se me permita la insolencia, quisiera decir que a Pereira está sufriendo una serie de cambios importantes, pero que en muchos casos la ciudad se ha empezado a convertir en una linda ciudad, pero que en el fondo sigue careciendo de algunos elementos que hacen que tales transformaciones parezcan más una cirugía estética o un “cambio extremo” que están tan de moda hoy día, pero que en el fondo sigue siendo la misma “niña boba” de siempre que se muere por andar en el carro de un traqueto. Caminando por algunas de las calles de la ciudad sorprende la cantidad de centros comerciales adornados por las bellas pereiranas, que desde los catorce o quince años, sueñan con parecerse a las modelos del momento, con ser las mejor vestidas, las más deseables y las mas emperifolladas del barrio. Recuerdo los viejos discursos, que alguna vez yo mismo enharbolé, en los que se denunciaba la tendencia de nuestra ciudad a pertenecer a la sociedad del consumo y del desecho, y tristemente parece que los apocalípticos designios no estaban tan errados. Pereira está calificada a nivel nacional como la ciudad comercial por excelencia del eje cafetero y en este sentido los gobernantes han optado por dotarla de lo mejor para que cumpla con su función. Sin embargo la pregunta que surge es qué tan bueno es para la ciudad y por supuesto para los ciudadanos. Para nadie es un secreto en Pereira que ha habido un migración de la economía ilegal del narcotráfico del norte del valle hacia Pereira, que muchas de las mulas que son capturadas en aeropuertos de Bogotá, Barcelona, Madrid, Frankfurt, Ginebra, Miami, son Pereiranas y pereiranos que sueñan con coronar un viaje para llegar de nuevo a Pereira a gastarse los dólares o euros en vestidos y ropa cara, en una casita en un barrio decente, o simplemente para acceder a los bienes y servicios de una ciudad que exige de sus habitantes una buena percha, belleza exterior, pero que descuida quizás uno de los aspectos más importantes para mantener una comunidad junta y sólida, la cultura y la educación ciudadana contra la ilegalidad y la corrupción. Es normal pues en muchos barrios de Pereira ver como los nuevos ricos, los que coronaron un viaje o quienes son los dueños del negocio, se paseen en sus burbujas polarizadas, que asistan a las fiestas y discotecas atiborrados de cadenas de oro o haciendo tiros al aire. Puede que para muchos esto sea algo sin un importante impacto en la mentalidad de nuestros ciudadanos, pero parecen haber evidencias que demuestran lo contrario. Hoy día el desempleo en Pereira ha llegado a niveles importantes, y ni hablar de la informalidad. Quizás nuestros niños y nuestros jóvenes se estén educando en una sociedad ostentosa, en la que se refuerzan, ante todo, el culto al cuerpo, al lujo, a los gustos escandalosos y excesivos de los narcos, y en la que la cultura y la educación son artículos prescindibles.

Que pesar… Y eso que no mencioné lo que los paras y nuevos paras están haciendo con los pelaos más necesitados. Que vaina.

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